Violento testigo el desierto y sus piedras jamás enseñaron a olvidar la dinamita en los huesos la sal encostró la memoria. Carreteras sus ánimas, ecos de muerte piedad no tuvieron los rieles del tiempo se asoman y abrazan el breve quebranto. Del polvo al polvo mas no cubre las capas de historia que explota en el hombre en el mineral. Y en cada grieta brotó insolente porfía en las alas del desenterrado las fosas quemando en el viento sentencias. Nuestra aspereza es herencia de la roca. Del hueso al hueso somos agua hirviendo.