Fisura Trasunta la niebla la madre del odio cubriendo los gritos con llanto piedra despoja de ropas la cama cansada llamando a las puertas, marcando las calles que el niño ya silba en tu vientre y te espera. Desbautízame Me niegas la caída al pozo condenas el autosacrificio a manos de este yo cansado aun cuando es claro que es tarde que como resonaron las palabras de otro no merece la pena matarse, siempre lo hace uno demasiado tarde. Pero arrojaste a tu hijo a cargarla carnada entre buitres hambrientos. Se entregó su cuerpo al látigo con la docilidad del clavo o del suicidio implacable: la espina. Lo asististe -hipócrita de hipócritas- en su frente. No me digas que ese pobre es tu hijo. Y entre adorar y orar te dieron oro. Cruzaste la vereda sobre la cruz de tu hijo te sentaste a la mesa de los llenos engulliste manjares manchados de sangre salada, las costras de los que no aceptamos cruzar de los que dam