La ciudad como un devenir
de situaciones adversas, pero
tras cada suela decidida
el tatuaje en la cuneta
plasma en sangre lo que ebulle.
***
La semilla regada en tinta es dura
ni se pudre con lo oscuro, ni cruje
ante los ojos plásticos del vacío.
El cuerpo se reconoce en su caudal.
***
Esta palabra es la sombra de su designar, apenas
un asomo del chasquido que pretende, jamás
devela más bien esconde a su propia silueta, con la urgencia
de un niño llevando el agua entre sus manos, con el duelo
de la espuma muriendo entre las piedras, con el fuego
que marca el rostro tras la máscara.
***
La bala cruzando enroncada el lóbulo izquierdo
es el lado del que decidió caer la moneda:
el misterio escrito en los ojos o en el musgo.
***
Que se apague la ciudad en sus luces
cuando bajo un techo confeso
dos cuerpos se encuentren sin coraza.
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