Este ensamble audiovisual es el resultado de un diálogo interdisciplinario que fusiona en un único
ser tres trabajos ya hechos y presentados en distintos momentos durante los últimos años: la
música de Daniel Jesús Díaz y la poesía e interpretación de Isma Rivera con la canción Pelea de
Perros, del disco “La última cena de los buitres” (Sello Precario, 2019); la documentación
audiovisual de Claudio Meza que dio origen a la web serie Memorias: Dignidad, y que tiene como
eje la idea original de la artista visual chilena radicada en Buenos Aires, Daniela Castillo Cortez.
Es justamente el trabajo de Daniela Castillo, “Nunca lloramos tanto como cuando nos sacaron los
ojos”, expuesto por primera vez en diciembre del 2019, en el Festival Fauna, Festival de Arte de la
Universidad Nacional de Arte, es el punto de partida de esta colaboración. Inspirada en el contexto
de la represión estatal contra las manifestaciones sociales y ante la imposibilidad de estar
presente en el país, Daniela proyecta su experiencia en este bordado o, como a ella le gusta
llamarlo, dispositivo móvil que pueda recorrer distintos escenarios, cuyas hebras se extienden
hasta el corazón de la revuelta y la conectan con el sentir de quienes resisten en esta tierra. Así es
como nace este tejido-representación de parte de un rostro de una de las víctimas de mutilación
ocular por parte de agentes policiales del Estado de Chile, a través de un entramado de hilos, un
bordado al aire o dibujos en hilo, técnica inédita desarrollada por la artista desde el 2015.
“El estallido social lo he vivido a la distancia, pero como una chilena enraizada. Mi trabajo, la
técnica, tiene que ver con los vínculos emocionales conceptualizados, cómo a través de estas
hebras nosotros vamos construyendo nuestras identidades. Ese es mi trabajo en esencia. La obra,
la primera imagen que hice fue poniéndome el bordado en las manos. De algún modo, sentí como
que habían dejado en mi historia, en mis manos, a un herido, habían provocado una herida
grande. Viviendo afuera, tú eres chilena, siempre eres chilena, nunca puedes perder tu identidad
nacional cuando vives en el extranjero, entonces todo lo que pasa en Chile, te pasa a ti”, dice
Daniela.
De esta manera, la imagen de la enfermera Natalia Aravena (24), quién perdió su ojo derecho
debido al impacto de una bomba lacrimógena en su rostro durante una marcha en el sector de
calle Tarapacá, en Santiago, se transforma en el emblema y representante de las más de 400
víctimas de trauma ocular que ha dejado a la fecha la protesta chilena iniciada el 18 de octubre de
2019 y que entre sus efectos en el corto plazo, dio a los chilenos la posibilidad de dejar atrás la
Constitución heredada de la Dictadura de Pinochet, convocando a un plebiscito nacional.
A un año del inicio de la revuelta chilena, en medio de una pandemia que agudizó el descontento
la crisis general de la sociedad chilena y tras el triunfo de la opción que dará inicio a un proceso de
escritura de una nueva Carta Fundamental, la realizadora sintió la necesidad de darle un cierre
simbólico a su obra. Así como el registro del paso del dispositivo por el Festival Fauna había
quedado plasmado en una pieza audiovisual, esta “despedida” de la obra, tendía que dejar una
huella. “El dispositivo fue hecho en un momento en que todos éramos víctimas. Cuando fui a
votar, sentí que se avanzaba de alguna manera. Entonces llevé la obra, le pedí a gente que se
sacara fotos, el mismo ejercicio que había hecho en el Festival Fauna, y con mi novio empezamos a
ver la posibilidad de hacer un video, pero no podía ser sólo una muestra de las fotos”, cuenta la
autora. Es así como surge la idea de convocar a otros artistas en el mismo ejercicio de
reconocimiento, donde este grupo de creadores se encuentran como chilenos, artistas y
productores para ir generando un diálogo creativo y una propuesta a través del lenguaje
audiovisual.
El video ensamble Pelea de Perros /Nunca lloramos tanto como cuando nos sacaron los ojos es
justamente el encuentro y diálogo de estas dimensiones de expresión, donde está presente el
dispositivo que se instala en la memoria de todo paisaje, recorre calles y campos para mostrar un
Chile tan horrorizado como despierto, un registro de la mutilación y del abuso policial-político que
nadie está dispuesto a olvidar; la poesía describe el panorama y presenta la voz del despertar
rabioso y potente, que a través de la música y el registro documental nos lleva por el Chile de hoy,
ese que se encuentra se abraza y protesta por la dignidad robada.
Para esta realizadora chilena “mucho más que un video, este trabajo rizomático propone un
espacio de documentación, para que no ocurra la pérdida de memoria, que no se olvide, todas las
cosas que se están haciendo a nivel artístico y cultural tienen esa importancia, de marcar hito,
dejar huella, la obra, un hito marcado y que en el futuro se diga ´esto pasó, esto ocurrió, que nadie
lo olvide´. Hay una parte de Chile que se resiste a la memoria y son los artistas los que te
recuerdan siempre qué está pasando.”
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