Ir al contenido principal

Afila Lima

Monta una iglesia y llegarán fieles
peregrina la Academia
hacen fila los Poetizos
se enmarañan en disputas
olvidan
la palabra y su ritmo
la devoción a la música lingual
avasallando la materia prima, el tejido
clavando el diente en farandularia
y la letra trazada crepita en el ojo ciego
del que no entiende el oficio
mientras el que entrega la vida y la tintangre
sigue acribillando la memoria
sacándole punta a la aguja del recuerdo y la historia
alejado del sobajeo mafioso
reptando a puro pulso
ajeno al decir de decires
continuo el verso en el metal va horadando
el clavo clavado en la formación
esa que espanta al hombre
que vive sin vivir
en el borde del silencio que trepa el abismo de la psiquis maniatada.

Monta una iglesia que ya vienen
cabalgando cerro abajo
haciendo trizas las piedras
con antorchas en las manos
callosas y calladas
los que se cansaron del sudor en vano
de entregar la otra mejilla y hasta el culo
de sus hijos fue el canto ahogado
de sus nietos el alma agotada
amarrada en corona de alambres
otra vez el frío
quizo entrar en los huesos y en la risa
en la fiesta de jaguares
invocaciones impagas de líquidos y fluidos
de vida más vida bebida
en un sorbo y un trago, el gargajo
humedece la cruz de madera
el paño santo de la sordera
que cubre supuesta vergüenza
vedado placer el sexo
los ojos en blanco encontrando la luz y el fuego quemando la negación.

Comentarios

  1. Su blog ha sido eficazmente detectado entre videos de un viejo portorriqueño güeno pal sandungueo. ta bueno lo que rescatas de los rincones.
    un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Agradezco las palabras estimado Lucas. Visitaremos prontamente la palabra dura, la contá firme.
    un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tres Formas del Odio

“En una sociedad donde prima la cordura, la única libertad es la locura. La psicopatía latente es nuestra última reserva natural, un lugar de refugio para la mente en peligro de extinción.” (J.G. Ballard) Hay formas de adolescencia que pasan, propias de una edad, y otras que quedan en el cuerpo, en las formas, que acompañan incluso a la muerte. Adolecer, padecer, una enfermedad que crece y se impregna. Hay que estar enfermo para poder curarse. Yo no me he curado aún. A pesar de variados intentos, siempre creo que uno más será suficiente para quitármelos de encima. Hoy se cumplen dieciocho años desde esa primera vez. Dieciocho años escupiendo e insultando a dios, poniendo su nombre con minúscula como acto terrorista ortográfico, esperando provocar una mínima respuesta, esperando en vano una manifestación ínfima en el cosmos que lo subraye, pero nada pasa. El cobarde sigue impertérrito, inmutable. Av. Portugal. Miércoles. 2:oo a.m. Camino de regreso a mi departamento, sin prisa....

Despedida

Ni del juego me despido ni de fuegos en los ojos no confundan tus costillas la aspereza de mis manos. Es mi espanto el que te niego la caída en el abismo ser payaso en la tragedia ser verdugo condenado. Ni mi sangre por tu cima ni mi grito por tu llanto no la rabia no inocencia del traidor bien traicionado.

La voz de un texto

Charla realizada en el Centro Cultural Matta en el marco de "Volumen. Escena Editada", Buenos Aires, Argentina. Humberto Maturana es un destacado biólogo y filósofo chileno, reconocido mundialmente por introducir el concepto de autopoiesis en las ciencias. Sin ánimo de alejarme del punto central que nos convoca hoy, definamos brevemente este concepto: es la cualidad de un sistema capaz de reproducirse y mantenerse por sí mismo. Hace unos años, en una conferencia que daba Maturana en el Parque Quinta Normal, le preguntaron por el lenguaje como parte del proceso autopoiético del ser humano, el lenguaje como formador de naciones y tradiciones. La necesidad de comunicar para reafirmar la existencia, el Yo proyectado en relación, materializado. Respondió el biólogo que las palabras literalmente nos tocan, que el sonido viaja en ondas que nos atraviesan y que tocan nuestros oídos. De esta forma, la audición derivaría del tacto, y nuestros oídos serían herencia de las ...